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Se derramo por fin la tinta que estaba en el tintero del
abuelo
Esperó mucho tiempo
prensada entre el cristal macizo y
oscuro, por el tiempo.
Todos los días se agitaba esperando su liberación, no podía
estar tranquila sin que su preciada
sustancia nadie utilizase.
Ella pensaba que felizmente podría llenar libros, ilustrar sus
portadas, dar vida a tanta voz callada.
Un día una pluma, que, estaba vagando por el corredor sin
dueño, se apodero del silencio y oyó los lamentos de ese azulado líquido que
brillaba con destellos formando
caracolas de nácar.
La pluma unió todas sus fuerzas y explosionó el tapón sin
miedo, se fundieron en la alegría del encuentro. Desde ese día tinta y plumas
no se han separado, siendo fieles a su trabajo.
Una algarabía de letras se fusionaron, llegaron las palabras,
y se hicieron cómplices en sus gestos, desde
ese día alimentaban manos inquietas.
Otras plumillas que estaban en pupitres de madera seca, sintieron el
frescor de ese líquido azulado que llego con los tinteros, llenando los huecos vacíos,
para cuando llegasen los niños,
descubrieran la unión de plumillas y tinta y desde ese día el líquido hizo
brotar en ellos incalculables sueños,
sus primeras palabras escritas fueron.
¡¡MI
ESCUELA¡¡
Pasados unos años esos niños crecieron, las palabras les
hicieron grandes, nos han ido dejando una buena herencia en literatura que hoy nos hacen pasar tardes
plácidas, sin prisas, disfrutando con sus creaciones.
VIRPANA
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