miércoles, 11 de junio de 2014


PENSAMIENTOS

 

Todas las tardes el abuelo Ernesto se daba su paseo cuando el Sol perdía su fuerza y tímidamente se acostaba entre las montañas. El esperaba esas horas como si fuese su alimento y era  cuando  la brisa marina le hacía sentirse más ligero. Sus pensamientos fluían llenos de recuerdos.

Ay que ver se decía: ¿por qué no vería yo de joven esas montañas tan onduladas? Hace años cuando tenía mi bicicleta esas montañas las habría yo saltado de una en una sin cambiar de piñón. Pero algún día aunque sea despacio tengo que subir y explorarlas, las veo tan misteriosas, me inquieta el pensar que puede haber detrás. El sol no puede estar durmiendo solo.

Un atardecer contó a su nieto sus pensamientos y le dijo que le gustaría subir para respirar, sumergirse en olores nuevos y contemplar el cielo.

¿Quieres acompañarme? ¡Abuelo!, ¡claro que quiero! Pero en mi bicicleta no podemos subir los dos, iremos andando empezando la marcha despacio con la cantimplora llena de agua. El abuelo no durmió esa noche, en su cabeza volaban mariposas con mensajes de escalada.

Se despertaba el SOL y ya estaban los exploradores iniciando su aventura con la ilusión del que busca lo desconocido, si no paraban el ritmo, llegarían pronto a coronar la cima.

Vitín, dijo el abuelo: Creo que no vamos a estar solos en la excursión ¿no oyes a lo lejos unos cantos? Abuelo son las ramas olorosas que tintinean y desprenden sus aromas.

¡NO!,  ese  canto  le conozco, ¡es de un gallo! Mis primos limpiaban una granja con muchos animales y el gallo era el primero que cantaba.  Me parece que detrás de esta montaña hay familias sedentarias que han preparado una buena granja. La tendrán rodeada de chumberas y pajiza.

Hace años en todas las casas tenían su pequeña granja en el corral, siendo el sustento de la familia. Comían conejos, cerdos, y buenas gallinas ponedoras con su gran gallo.

                                                           VIRPANA

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