Indescriptibles
formas vienen con el viento brusco que acapara y recorre hambriento, campos y
arboledas que van desmadejándose, perdiendo todos sus frutos.
Túneles de sombras
recogen los últimos rayos de Sol que perezosos deambulan antes de su
desaparición en las cumbres.
¿Qué nos traerá este otoño que empieza?
Incertidumbre
seguro, porque los árboles están que se
tambalean y no hay nadie que sujete y fertilice la tierra.
Habrá que hacer injertos de sabía nueva para reconfortar lo
que ha crecido débil y con desgana en
los campos.
¿Qué se hará con
las hojas que pierden su esplendor en días de tristeza?
Con los vientos
huracanados que nos rodean, sería esencial aprovecharlas para nuevos frutos y
todos los arboles estén de nuevo poblados de alegría.
No dejemos que las
raíces estropeen el abono puesto, que
otras torrenteras de agua las lleven a
otros eriales perdidos.
¿Qué se hará con
los que no tienen refugio ni calor en invierno?, recogerlos debajo de lonas,
tejidas de arañas y alambres oxidados sin fuerza ni aliento.
Cuanto hay que
esperar a que brote de nuevo la ilusión y todos los árboles del mundo estén de
nuevo poblados de hojas.
VIRPANA
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